Dedicado a Carlos Pérez Lahuerta “El Profe”

Cada vez que nos vemos obligados a proponer un tratamiento quirúrgico a un paciente, todos queremos que la decisión esté lo más respaldada posible por las ciencias médicas. Es absolutamente razonable que busquemos publicaciones que apoyen nuestra decisión, que nos basemos en protocolos sensatos, confirmados y contrastados. Así nos lo exige la prudencia y nos lo demanda la sociedad española cada vez, como es lógico, menos permisiva frente al cirujano inexperto, insensato e ignorante. Uno tiene que abandonar el -bueno, yo lo opero que ya se me ocurrirá algo -o nuestro hispanolivético- a ese lo opero yo con un par de cojones y una mano atada a la espalda.

Uno, claro está, debe historiar y explorar cuidadosamente al paciente. Debe pedir las pruebas complementarias hasta entender su problema. Pero inevitablemente se abren frente a vosotros varias posibilidades de tratamiento médico o quirúrgico que uno intenta compartir con el paciente y su familia…

-Entonces ¿qué le parece? ¿ Intentamos estabilizar la rodilla por segunda vez?

-Lo que a usted le parezca doctor…

-Ya empezamos, leche, ya empezamos…

Uno entonces se pone a preguntar por aquí y por allá. Tengo un paciente de 36 años, con actividad deportiva moderada, con una inestabilidad grado II, un KT1000 de 7 mm es decir tipo C de la escala de Faemino y Manchado. Considerándolo todo tiene 1234 puntos en la escala PUCLA… El caso está claro, y la MBE ha demostrado que el tratamiento quirúrgico es el más recomendado.

Pero reducir los padecimientos de los pacientes a patologías perfectamente codificadas y a tratamientos estándar por decreto no deja de tener sus riesgos. Como la MBE recomienda para este caso la técnica de Milkirson&Morales, es lógico pensar que ES el mejor tratamiento. Así que le voy a hacer un Milkirson aunque no sepa muy bien como se hace, ni conozca a nadie que me lo enseñe, aunque no tenga el instrumental adecuado y aunque la técnica de Malasaña et alls, la que yo conozco, me haya dado buenos resultados hasta ahora…

Y es que la MBE, parece creer que todos los cirujanos somos igual de habilidosos, como si todos los médicos tuviéramos la mente igual de serena y fuéramos igual de decididos. Como si todos los hospitales fueran iguales y en cualquiera de ellos se pudieran hacer con la misma eficacia cualquier técnica… y eso es MENTIRA.

Pero la realidad es que los procedimientos que se han verificado en la MBE son asombrosamente sólidos…

“El grupo A, hará esta técnica” dice el director de un estudio prospectivo. Así que si quieres estar en la movida, pues haces la técnica seleccionada. “Calla y no preguntes niño” y tú haces esta técnica y te callas, y si no te gusta no sales en la foto. Y es que los estudios utilizados para obtener la evidencia son INJUSTOS para el paciente. Los estudios quirúrgicos  prospectivos de la MBE  debieran estar PROHIBIDOS.

Los visitadores médicos que uno recibe en la consulta para presentarnos un producto, lo suelen acompañar de separatas correspondientes a diferentes revistas que “demuestran” su mayor eficacia y sus menores efectos secundarios que los de la competencia. Resulta difícil creer que todos puedan tener razón. Las últimas actuaciones de la industria farmacéutica ponen de manifiesto que el negocio de la curación tiene cada vez mas de negocio y menos de curación. Y a todo esto ¿qué dicen los investigadores independientes?, bueno, pues no dicen nada porque apenas existe investigación no esponsorizada y porque la poca que existe no tiene apenas posibilidades de publicar o de llegar  a los profesionales. ¿Quién va a ser tan Imbecil de investigar un tema que no vaya a generar beneficio? Nadie. Y es que la MBE está PODRIDA.

Cuando tras haber realizado todo el estudio uno se ve forzado a tomar una decisión quirúrgica, y especialmente en los casos en los que uno no está absolutamente seguro, uno debe preguntar a sus compañeros, debe leer protocolos realizados por profesionales sensatos, lo debe presentar a la sesión clínica del Servicio pero una vez escuchados todos, uno debe hacer lo que cree que debe hacer para aliviar el sufrimiento del paciente con la técnica más sencilla posible dentro de las que uno domina. Uno debe calibrar si esa atractiva técnica que nunca ha hecho y se muere de ganas de hacer tiene más o menos posibilidades de éxito para “este enfermo”, “en este hospital” y con “estas putas manos que son las mías”.

Porque al final, uno está sólo con su soledad frente a un paciente que sufre y que no tiene ni pajolera idea de cirugía. No nos queda otro remedio que enviar los artículos leídos, los protocolos, la opinión de la sesión clínica, las ordenes del Jefe de Servicio y sobre todo la MBE a un lugar que empieza por Mi y acaba por erda, y tomar la decisión por ti mismo. Y asumir que en este oficio se pasa mucho miedo. Y que si va bien, el éxito es tuyo. Y si va mal, el fracaso, tu fracaso, es tuyo, todo tuyo. Con un par…